- lelopop
PRODUCTOR MUSICAL POR ACCIDENTE
Updated: Jun 5
Producir, hacer, crear, materializar, engendrar, originar.
Ahora que lo pienso este es un oficio extraño. ¿Porque molestarse en tratar de darle forma a algo tan abstracto como una canción? ¿Qué lo motiva a uno a hacerlo?
Tiene que ser algo muy adentro, en las tripas, en lo más profundo del ser.
Este es un oficio al que llegué por intuición, porque en realidad yo buscaba otra cosa. Tras haber estudiado ingeniería eléctrica y haber ejercido por un año esta hermosa profesión, entré en una de mis primeras crisis existenciales y entendí que ese no era mi lugar en el mundo. Yo quería cantar, hacer canciones y llevarlas al público.
Estudié ingeniería eléctrica al mismo tiempo en que conformé Popcorn, y no me estaba dando cuenta que en realidad estaba haciendo dos carreras: la académica y la empírica en la universidad de la vida. Al final una caló más que la otra, pues en realidad venía matriculado desde mi infancia.
Yo nunca voy a olvidar la primera vez que fui a un estudio de grabación. Para mí fue una experiencia transformadora en el más amplio el sentido de la palabra.
Saber que podía grabar un sonido y después añadir otros encima, detonó una necesidad de expresión creativa que empezó a tener lugar con el paso de los siguientes años.
Con mi primera banda, Estado Legal, tuve esas primeras experiencias y siempre que teníamos cita en el estudio, para mí representaba una fantasía, un momento en el que yo sabía que tenía que aprovechar y sacar lo mejor de mis ideas. Hicimos varios casetes (ese era el formato en ese entonces) y era alucinante escuchar todo eso después en la casa.
Yo no sabía todo lo que se estaba cocinando dentro de mi.
Luego llegaron los discos de Popcorn y yo ya tenía un poco más de experiencia, entendía de que se trataba el proceso y me esforzaba un poco más en aportar ideas.
Sin embargo, luego de trabajar intensamente unos 3 o 4 días haciendo un disco, recibíamos el trabajo final por parte del estudio en un par de días, y siempre había una inconformidad con el sonido. Siempre nos desencantaba. Todos los discos profesionales sonaban mejor, todos los discos extranjeros sonaban mejor, los locales no. No se estábamos ni cerquita. Estamos hablando de 1996 - 2006 más o menos.
Para ese entonces yo era el orgullo de mi familia: el primer sobrino (soy el mayor de todos los primos) graduado de la universidad que ya estaba trabajando en una empresa. Pero vino la crisis existencial.
Así que decidí abandonar los vatios y los amperios para pensar en ritmo, melodía y armonía.
Por fortuna conté con el apoyo incondicional de mis padres quienes siempre han creído en mi.
Mi propósito en ese momento era dedicarme de lleno a escribir canciones y hacer conciertos.
Los pocos ahorros que tenía los destiné a la compra de una tarjeta de sonido de 2 canales, un micrófono de segunda y un controlador MIDI. Era el año 2006. Mi intención con estas herramientas no era más que tener la posibilidad de hacer las maquetas de mis canciones y estar más preparado antes de ir a un estudio de grabación.
Sin embargo, pasaron algunas cosas que yo no me esperaba. Me empezaron a llamar amigos del mundo audiovisual porque necesitaban música original para sus proyectos. Entonces me puse manos a la obra. Después me empezaron a llamar amigos que querían grabar canciones que le escribían a sus novias (extrañamente esto me pasó muchas veces) y también llegaron locutores que necesitaban grabar su voz.
Entonces me di cuenta que había convertido mi habitación en un estudio de grabación. Hoy pienso en eso y siento un respeto y admiración muy grande por mis papás que toleraron tantas tardes de ruido y personas entrando y saliendo de la casa.
Terminé trabajando con agencias de publicidad, productoras audiovisuales y desarrolladores de videojuegos, época en la que aprendí toneladas.
Pero entonces se llegó la hora de hacer un disco, el primero que decidía hacer como solista. No lo dudé ni un segundo: lo tenía que hacer yo con mis herramientas.
Este ha sido uno de los períodos más bonitos de mi vida. Estuve concentrado en esas canciones día y noche, para mí los días iban a otra velocidad, entré en un estado creativo diferente.
La batería se grabó en un estudio (porque yo seguía en mi habitación, que no era realmente un estudio!) y el resto de cosas si las grabé con mis cosas.
Logré mezclar y masterizar el disco con los pocos conocimientos que tenía en ese entonces (nada de tutoriales de YouTube, eso no existía) y entendí algo fundamental al finalizar el proceso. Para hacer un disco, una producción musical, hay que entrar en las entrañas de las canciones, escarbar en lo más profundo de las ideas, establecer un norte, entablar un compromiso real y directo con el proceso y poner todo el foco en la visión de lo que queremos con las canciones.
Yo nunca antes había tenido esta posibilidad, tuve que descubrirla en mi proceso personal.
Ese disco me dejó infinidad de aprendizajes, y tal vez uno de los más importantes fue darme cuenta que me había enamorado locamente del proceso.
Entonces cuando tuve esto claro y me empezaron a llamar las bandas amigas para “grabar” sus discos, yo decidí cambiar el discurso. Yo no tenía un estudio sólo para grabar, era para hacer producciones y la íbamos a dar toda en el proceso.
Desarrollé con el tiempo una forma de trabajar y aún sigo aprendiendo con cada proyecto que empiezo. De cada músico que llega al estudio aprendo muchas cosas y esto lo considero un privilegio de mi oficio: me pagan para aprender.
Cada productor tiene su estilo, su visión de las cosas y la manera de utilizar las herramientas en el estudio. Yo sigo aprendiendo cada día, mejorando en cada aspecto, nutriéndome de todo lo que pasa. Me gusta conversar con los artistas, conocer su mundo, sus aspiraciones, sus sueños e intenciones. Esto me aclara el camino, crea un vínculo diferente y especial y una conexión que permite que al trabajar las cosas fluyan mejor.
En términos técnicos, una producción tiene a mi modo de ver 3 etapas: pre producción, producción o grabación y post producción (mezcla y master). Cualquier infinidad de desiciones se toman en estas etapas, pero la que encuentro más emocionante es la pre producción, porque es donde se le da rienda suelta a la imaginación, donde creamos el mundo ideal al que queremos llegar. Qué tanto lleguemos a este mundo con el resultado final, es lo que determina mi trabajo como productor.
Una producción musical es la manera como traemos al mundo las canciones que escriben los artistas, dándoles la forma y el sentido que ellos dejan claros con la intención que crean sus canciones. Es un reto creativo emocionante, formativo y gratificante.
Ser el complice en la carrera musical de un artista es una sensación extraña y reconfortante, porque le has permitido a alguien seguir abriendo las puertas en la consecución de sus sueños.

Yo jamás pensé que terminara siendo productor musical, no estudié formalmente para eso, pero las ganas, la curiosidad, la pasión y el deseo me llevaron derecho a ese mundo.
No me arrepiento de haber tomado la decisión que tomé de abandonar la ingeniería. Si no lo hubiera hecho, estaría soñando con tener la vida que hoy tengo.